CÓMO CUIDAR EL CAPARAZÓN DE NUESTRA TORTUGA TERRESTRE

La tortuga terrestre es un animal silvestre así que si la tenemos como mascota tenemos que intentar reproducir, en la medida de lo posible, en nuestro hogar las condiciones de vida que se encontraría en el exterior. El hecho de que viva en un ambiente adecuado se notará en su caparazón. Además, una alimentación variada y un contacto directo con el sol también contribuirán a este objetivo.
Aunque vivamos en un piso, tenemos que procurar que nuestra tortuga terrestre tome el sol al menos durante quince minutos cada día. De este modo, estaremos contribuyendo a que tenga un caparazón sano y que luzca bello.
La alimentación es otro factor que contribuye a mantener en buen estado el caparazón de nuestra tortuga terrestre. Las tortugas terrestres comen gran variedad de hierbas, desde flores y hojas hasta frutas secas; así como también restos de animales pequeños, como las lagartijas.
·         En el caso de que no podamos darle a nuestra tortuga terrestre su cantidad de sol diaria ni una alimentación tan variada, podemos suplir estas faltas con vitaminas minerales, aunque hemos de tener cuidado con no dárselas en exceso, ya que podrían provocarle problemas renales. El calcio es otro suplemento que podemos dar a nuestra tortuga y ayudará a que el caparazón no se reblandezca.
·         Como ya hemos dicho, la tortuga terrestre es un animal silvestre, con lo que su hábitat ideal es el exterior. Si disponemos de un pequeño terreno o jardín, podemos ubicar allí a nuestra mascota y el bienestar que le proporcionaremos repercutirá en el estado de su caparazón.
·         En el caso de que no tengamos estas posibilidades, deberemos fabricar un terrario con una cama formada de hojas y flores que reproduzca de la manera más real un espacio verde.

·         En cuanto a la limpieza del caparazón de la tortuga terrestre, se ha de realizar con frecuencia semanal en el caso de que viva principalmente en el interior y dos veces a la semana si su hábitat es exterior. Basta con que la mojemos con agua y que, con ayuda de un pequeño cepillo, frotemos las zonas más sucias para eliminar posibles restos. En todo caso, no debemos usar geles ni champús.

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